Un trabajo muy reciente del conocido pensador portugués, denominado La cruel pedagogía del virus, presenta un análisis interesante sobre la realidad mundial en el contexto del Covid 19.
Más que un hecho aislado Boaventura considera que la pandemia solo agrava la crisis pre existente en el mundo. Caracteriza así la “crisis permanente” de los últimos cuarenta años y sostiene que tres fenómenos actuales, “unicornios” los llama, aparecen hoy como todopoderosos cuando van juntos : capitalismo, colonialismo y patriarcado.
Son ellos los responsables de la “escandalosa concentración de la riqueza/desigualdad social y la destrucción de la vida en el planeta hacia una inminente catástrofe ecológica”.
Al constatar la conmoción mundial creada por el coronavirus, Souza Santos desarrolla las “zonas de invisibilidad”, de las sombras que la atención mediática crea respecto a muchos fenómenos del planeta. No solo lejos y también muy cerca de cada uno de nosotros.
La violencia contra las mujeres es uno de los aspectos mas crueles de esta situación y tiende a agravarse en contextos de guerra y crisis. Ahora está aumentando.
Boaventura llama la atención sobre las “personas uberizadas de la economía informal” que llevan alimentos y productos a domicilio, contribuyendo a la cuarentena de la población pero sin poder protegerse ellos mismos. Habla también de las personas que viven en la calle y no pueden hacer cuarentena alguna. Convoca a pensar en los residentes de favelas, cantegriles, asentamientos informales. Más de 1.600 millones de personas no tienen vivienda adecuada, 25 % de la población carece de saneamiento y servicios públicos (ONU Hábitat) y vive en condiciones de hacinamiento. En los últimos años la migración ha alcanzado cifras muy importantes y los campos de internación para refugiados, así como las personas indocumentadas y desplazadas son una realidad que no puede ignorarse en este contexto de pandemia. Tampoco las personas discapacitadas que sufren habitualmente muchas formas de discriminación ni las que padecen problemas de salud mental. Pensemos en los presos y su vulnerabilidad ante la pandemia, dice Boaventura. Los ancianos son considerados en general como una población vulnerable a la epidemia de coronavirus, pero no se visibilizan las enormes diferencias en las condiciones de vida de las personas mayores dentro de los paises y entre paises.
La crisis climática no despierta la misma atención mediática y gubernamental que la pandemia actual. No se asume que la crisis pandémica podrá controlarse de alguna forma pero la crisis ecológica ya es irreversible y nos queda procurar mitigarla. Para Boaventura lo mas importante es que ambas crisis están vinculadas.
Para el pensador portugués una de las grandes lecciones de esta pandemia es el regreso del Estado y la comunidad. Si pensamos que los tres principios de regulación de las sociedades modernas son el Estado, el mercado y la comunidad, está claro que en las últimas décadas el mercado ha sido priorizado absolutamente por sobre el Estado y la comunidad. Un ejemplo claro son las privatizaciones de bienes sociales colectivos, que convirtieron a la salud, la educación, el agua, la electricidad, las telecomunicaciones y la seguridad social en fuentes de lucro para algunas personas. Señala Boaventura que a nivel global avanzó la “versión mas antisocial del capitalismo: el neoliberalismo cada vez mas dominado por el capital financiero”.
Sin embargo ante la pandemia nadie reivindica al mercado como salvador y por el contrario las mejores respuestas ocurrieron en los países donde el Estado mantuvo o fortaleció su capacidad de atención a los problemas de la población. En los sistemas de salud eso es muy notorio. Y los efectos sociales y económicos de la pandemia dependerán de las estrategias de protección, reactivación y redistribución que se lleven adelante. En ese plano es todavía más flagrante la incapacidad del mercado para dar respuestas adecuadas a las necesidades de la población y el rol relevante de la comunidad y el Estado.
Boaventura reafirma finalmente la defensa de la vida en el planeta como gran prioridad que condiciona a la humanidad. Los eventos climáticos extremos y la aparición de pandemias son síntomas de un planeta ambientalmente enfermo. La vida humana representa solo el 0.01% de la vida existente en la Tierra, nos recuerda. Debemos pensar en una nueva articulación entre procesos políticos y civilizatorios que preserve la vida.
Artículo publicado en EL DIARIO MEDICO MAYO 2020