Escribe Pablo Anzalone
El paro general del próximo 6 de agosto se gestó en un momento político distinto al actual.
La detención abrupta de las obras del Antel Arena y las pautas salariales presentadas por el gobierno, sorprendieron a todos los actores incluyendo al movimiento sindical.
Durante varios meses el discurso predominante del gobierno fue la contracción de los gastos públicos y la reducción del déficit fiscal, frente a un panorama internacional y regional amenazante. Desde antes de comenzar la discusión presupuestal el mensaje era muy claro y fuerte. La reiteración, el énfasis y la ausencia de otros tópicos, configuraron un efecto “procíclico”, influyendo sobre las percepciones y las expectativas de la población. Tal impacto tuvo este discurso que la almacenera de la esquina de casa me dijo preocupada, “esto viene muy mal, ya lo están diciendo”. O como decía un amigo mío, “tanto hablar de crisis, vamos a terminar teniendo una”. Y uno que es desconfiado iba pensando si sabrían de alguna catástrofe internacional que desconocíamos. Llama la atención el rápido reacomodamiento de las cámaras patronales para sacar provecho de la supuesta crisis.
Aunque ese discurso estaba penetrando en la sociedad, ambas medidas sorprendieron porque había habido señales muy distintas cuando Tabaré Vázquez intervino en la apertura del congreso del PIT CNT por primera vez en la historia del movimiento obrero. Tabaré hizo un discurso muy fuerte y elocuente, que no dejaba dudas del compromiso de su gobierno con el pueblo trabajador. Y más tarde trascendió que había planteado la necesidad de “un giro a la izquierda” en el gabinete.
En todas las instancias presupuestales y de Consejos de Salarios los trabajadores organizados se han movilizado. No es novedad. El PIT CNT ha logrado una estrategia que mantiene la movilización sin por ello confundirse sobre el carácter del gobierno frenteamplista, sin ponerse en la oposición ni sumar con ella. Tal vez por eso ha crecido constantemente en afiliados y las tendencias divisionistas no han prosperado.
Casi todo el mundo hubiera aceptado que se ajustaran los tiempos de la obra del Antel Arena, pero el golpe de efecto de su cierre fue demasiado. Por si fuera poco, pautas salariales sin ajuste por inflación no son aceptables para ninguna organización sindical.
La reacción sindical y de otros actores estuvo acorde a estas circunstancias.
Pero el gobierno dio muestras de no estar sordo ni tener el piloto automático. Tabaré Vázquez cambió la coyuntura con varias señales políticas fuertes, la mayor, una presentación de las inversiones previstas para el quinquenio, con un discurso contrario a la idea de crisis, desmintiendo enfáticamente que se apueste al achique. Se puede discutir que haya incluido un tercio de inversiones privadas (por ahora teóricas). O calcular la relación Inversiones/ PBI para relativizar los anuncios. Pero el sentido político es muy claro y constituye un giro significativo. También Astori ha corregido su discurso en consonancia con la señal presidencial. No es un hecho menor para un gobierno con este elevado nivel de aprobación . La búsqueda de otra financiación para el Antel Arena y el compromiso de culminar buena parte de la obra en este período, descomprimen el tema. Simultáneamente se instaló un proceso de negociación hacia los Consejos de Salarios cuyos alcances todavía no están claros.
Por otro lado subsisten áreas sensibles como la enseñanza donde no se está logrando generar un clima de diálogo que incluya tanto recursos como políticas a llevar adelante.
Mientras la oposición festeja la Comisión Investigadora de ANCAP como si fuera el gol de la victoria, el movimiento obrero pone sobre la mesa un conjunto de propuestas serias para el presupuesto nacional. Se podrá coincidir o no con ellas pero son coherentes y merecen la consideración de todos los actores de la sociedad. Es un debate de fondo. Vale la pena.
Publicado en el semanario Voces
Un comentario sobre “Un paro que se instala en el centro de la escena política”