IZQUIERDA LATINOAMERICANA, DESIGUALDADES Y NUEVOS RELATOS por Milton Romani Gerner

Acabamos de estar en República Dominicana.  Seguimos de cerca la zozobra por el Huracán Mathew. En todo Caribe es época de huracanes y la alerta cunde, porque al azote del viento se le suma la pobreza e impotencia más absoluta. Barrios sin agua o sin luz. Pero no por el huracán. Siempre. Casas, cables, calles, alcantarillas, se caen, se inundan. Los aludes arrasan con el rancherío y las enfermedades hacen estragos.

Si hay un infierno cerca, se llama Haití. Pero toda la región se estremece. Todos los años desde hace siglos. Salvo Cuba y las costas de Florida, porque ahí hay prevención en serio y las condiciones son muy diferentes. Se salvan muchas vidas.

Hay otros azotes en toda la región: corrupción y violencia. Hay seres humanos  que por unos pesos, se hacen cargo de un asesinato  que no cometieron. Todo tiene su precio y mantener a la familia también. En zona de huracanes, ni siquiera conocieron el viento de cola del que tanto hablan por estos lares.

Son tormentas cíclicas. Hay otras que son creación humana. El colonialismo y el imperio hicieron lo suyo. Ahora, en esta fase del capitalismo el huracán mercado condena inexorablemente y en su irracionalidad, a mayor marginalidad, pobreza y desigualdad.

La izquierda latinoamericana, azotada por varios huracanes necesita colocar en su agenda sin tapujos, varios temas, aunque duelan. Se pueden prevenir, gestionando riesgos y reduciendo daños. El anti huracán de la autocrítica es impostergable. Reubicando a la política (esa tan desprestigiada y vapuleada) en los centros de mando. Ahorra vidas. No es una metáfora. Veamos lo que sucede en la región y los huracanes antisociales que se están desplegando con el costo humano que sobrellevara. Veamos también los graves errores que hemos cometido luego de gobernar por varios años, las insuficiencias. Cambiemos, porque no. Echarle la culpa a la derecha, es como culpar al servicio meteorológico. Vayamos por el pensamiento crítico. La desigualdad sigue siendo un reto. La forma en que nos relacionamos con un mundo complejo es otro.

No voy en tren, voy en avión… Vientos ciclónicos de ¿libre? comercio

El reportaje que realizo Natalia Uval a Gerardo Caetano en La Diaria (Gigante 17/10/16)  es ilustrativo y provocador. Excelente base para debatir el sesgo de nuestra política exterior. Sin buzones en la cabeza, sin fundamentalismos de ningún tipo. Ahora, si, yo soy muy pragmático y no creo que la discusión sea TLC sí o no. En realidad se trata de desplegar. Tratados, varios, Para el Desarrollo (TDPs). Caso a caso. Sin romper lo que ya se construyo. Propongo por ello una nueva metáfora que sustituya aquella del Tren que había que subirse, si o si. Que no lo tomamos.

Desde que el Huracán Sanguinetti hizo trizas toda la red ferroviaria, hablar de trenes en Uruguay es complicado. Quiero, ahora, ser bien pragmático para salir a pelear en un mundo complejo. Usar todo tipo de locomoción, lancha, bicicleta, cuatrimotor, tren bala, avión, incluso todos a la vez… Importa ver su itinerario, el destino y el criterio con que nos subimos a cada uno. Tener la agilidad de usar todos, siempre que sirva a nuestros planes de desarrollo y no porque no hay otro remedio. Hay otro discurso posible usando incluso, los autores críticos del mismo seno de los países centrales.

Las cámaras empresariales se manejan con pensamiento mágico. Ese al que recurren los niños, los timberos o los delirantes. Creen en la ilusiones muy cargadas, esas si, de ideología, acerca del maná que bajara del cielo con nuevas membrecías y con libertad de comercio. Escuché al Presidente de la Unión de Exportadores A. Queijo, decir que con Temer íbamos a andar muchísimo mejor. Búsqueda, agitador, afirmo que así pensaban varios empresarios. ¿De dónde sacaron la temeraria idea que Temer nos favorecerá? Nuestros empresarios son ramplones. Y chambones. Compran toda la merca que venden los mercachifles.

El Huracán Desigualdad

Es más que un motivo de indignación. Es un desafío político. Porque además desigualdad y violencia están vinculados. También en Uruguay, donde comienzan a surgir, los informes sobre la riqueza y la desigualdad estructural que sigue siendo un ciclón que genera pobreza. Recordemos que los índices de pobreza en la niñez nos siguen ofendiendo. Enojarse con eso es una estupidez. No interpela todo lo que hemos hecho. Sino que revela que algunas cosas tenemos que cambiarlas para mejorar.

 “La pobreza y la desigualdad son aún más inaceptables en un continente que no es pobre, pero si profundamente injusto. Si bien en la última década la cantidad de pobres ha disminuido sustantivamente, muchos de los que han conseguido este importante paso aún enfrentan, junto a otros que estaban allí antes, condiciones de extraordinaria precariedad. Un estudio reciente pone en un tercio de la población total de América Latina el número de personas que vive en hogares con un ingreso de entre 4 y 10 dólares diarios. Estos ya han salido de la pobreza que aún aqueja a más de 167 millones de latinoamericanos; pero llamarlos, “sectores medios”, tampoco tiene sentido.(…) El tema de la desigualdad ya no es latinoamericano sino hemisférico, por cuanto los países más desarrollados de la región también se enfrentan a condiciones crecientes de desigualdad y acumulación de la riqueza en manos de pocos hogares, al tiempo que excluyen a importantes sectores de su sociedad[1]

Las desigualdades no se expresan solo por la injusta distribución del ingreso.  Múltiples discriminaciones, se añaden: de clase, raza, género, orientación sexual, origen étnico. La exclusión es una maquina multidimensional que funciona como gran dispositivo de control y poder al servicio de la sumisión.

Joan Manuel Serrat ha denunciado una de las mayores crisis humanitarias: el Mediterráneo convertido en fosa mortífera. La xenofobia y discriminación que se extienden desde el Muro de Texas, donde La Bestia (tren que va desde Guatemala hasta la frontera cargado de migrantes) sigue arrojando hombres, mujeres y niños desesperados por salir del hambre, la violencia y la desesperanza. Al finalizar mi destino como Embajador ante OEA, recibimos a los mandatarios de Guatemala, El Salvador y Honduras por la crisis humanitaria de los 57.000 niños sin acompañantes abandonados en la frontera mexicano estadounidense. No hay muros (pague quien los pague, ¡Imbécil!!) ni alambrados de púa que paren a la gente que huye de la pobreza y violencia buscando, paradoja, el festín que promocionan desde el Norte,

Sin lugar a dudas, las enfermedades no transmisibles son un reto para la humanidad, como afirmo Tabaré Vázquez en Naciones Unidas. Pero la desigualdad persistente, que es obra de los seres humanos definiendo políticas, crece en forma exponencial. Es intolerable. Tanto como todo tipo de pensamiento dogmático, religioso de todo tipo o laico que promueven el odio y la guerra. Sea en nombre de cualquier dios o causa.

“Los economistas son buenos para analizara las debacles pasadas. Pero son pésimos para predecir las crisis futuras”[2]

Una joven periodista me alumbro sobre el autor de esta cita. Interesantes como Joseph Stiglitz y Paul Krugman. Aportan enfoques que brindan un recurso político para defender otro tipo de recetas. Intervenir de otra manera y no repetir como loros los manuales viejos de los organismos internacionales o de las pretendidamente inefables calificadoras de riesgo.

Robert Shiller analiza los aspectos psicológicos, narrativos, y las secuencias interactivas que generaron las ultimas crisis. Afirma que no tiene nada que ver con las supuestas reglas infalibles de las ciencias económicas.

Como psicólogo me complace leer de un economista, lo útil de mi disciplina y los limites que todas tienen. Epistemológicamente todo análisis debe partir de esa limitación. Fueron las ciencias duras que enunciaron el principio de Indeterminación: no se puede calcular el trayecto de las partículas, porque cuando las medimos u observamos incidimos en su trayectoria. Si esto es así para la física cuántica, como no lo será para las ciencias sociales y políticas. Aceptarlo sería un acto de humildad política y verdadero realismo. La grandilocuencia de los vaticinios económicos para negar las opciones que son política pura, es una matriz soberbia que nos inmoviliza.

Distribuir para crecer

Un prestigioso autor como Manfred Max Neef afirmaba que “la obsesión por el crecimiento es un disparate”[3] poniendo en cuestión no solo que tipo de desarrollo es deseable para nuestros pueblos, sino los limites del supuesto axioma del crecimiento.  Cogito ergo sum. Crecer, luego distribuir.

  1. Stiglitz es demoledor analizando el modelo de acumulación del actual sistema de mercado: un 1% supe millonario y concentrado, y un 99% restante. Esto implica que no es posible seguir creciendo. Hay que distribuir para crecer. Es cierto que quizás sea uno de las mejores propuestas de reformulación del capitalismo. Si. Regularlo, reformarlo, asegurar una nueva fase que impida o postergue las próximas crisis. Pero la izquierda no puede estar ausente de este debate. Hay que tomarlo. Es salirse de la letanía de los centros financieros internacionales y de las dudosas calificadoras de riesgo. ¿Es una solución mágica? No. Pero genera otro relato.

Un relato que genera grietas. Rompe y permite articularla con propuestas de justicia social y justicia política. Radicalizarla e ir por todos los derechos. No es una brújula del pensamiento revolucionario, pero si es una apertura para otro tipo de narración que no nos deje atados al discurso de los centros de poder y nos clave fijamente a un tren con destino fijo, que no podemos controlar. Hasta una patineta puede ser mejor. Se los dice un psicólogo.

[1] J.M Insulza Prologo Desigualdad e inclusión social en las Américas. 14 Ensayos. https://www.oas.org/docs/desigualdad/LIBRO-DESIGUALDAD.pdf

[2] Premio Nobel Ec.Robert Schiller

[3] http://www.eldesconcierto.cl/pais-desconcertado/2015/12/26/max-neef-la-obsesion-por-el-crecimiento-es-un-disparate/

Publicado en La Diaria

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