EL NEOPENTECOSTALISMO NIEGA A JESÚS por Antonio Coelho Pereira

Jesús fue un predicador itinerante. A los 28 años, por el año 31 de esta era, se fue a vivir al Lago de Galilea, a una casa que le ofrecieron Simón y Andrés, unos hermanos pescadores amigos de Juan, el Bautista. Pasó tres años visitando localidades rurales, caminando, buscando el encuentro con vecinos. Los sábados participaba de la reunión de la Sinagoga, lugar de encuentro comunitario. En ese caminar se encontró con el pueblo pobre, con los despojados, con los desheredados de la tierra. Era el Israel más maltratado: los sin trabajo, los sintecho, los hambrientos, los que sufrían la opresión de los romanos.

Jesús no pedía ni exigía nada a los campesinos. No defiende el diezmo, ni a los sacerdotes, ni el sábado, ni se pone en juez. Cuando se le acerca alguien, lo escucha y le ayuda a recuperar su dignidad. Se da cuenta de todo lo que deshumaniza y excluye. Por eso para él, los privilegiados son aquellos a los que les fue mal en la vida. 

Su opción por los pobres no es romántica ni ingenua. Nunca alaba sus cualidades ni virtudes; es posible que entre ellos mismos se abusen de otros más débiles. Pero Jesús defiende a los que nadie defiende. Ser excluidos no es una decisión personal. Muchas mujeres se encontraban en esa situación: las viudas que no encontraron otro marido, las esposas estériles despojadas de toda dignidad, las prostitutas, todas víctimas de abusos y atropellos.

Los pobres eran desechos de material sobrante. Pero Jesús se toma el atrevimiento de darle dignidad a Lázaro, lo llama por su nombre mientras del rico solo sabemos que tiene un vestido de lino y su mesa está llena de manjares.

ES PARA DENUNCIAR LA RIQUEZA OBSENA, FRENTE A LA MISERIA TOTAL. Esto va más allá de creer o no creer.Continuamente nos enfrentamos a una manipulación inmoral del sufrimiento. Mienten los que en nombre de una fe, deforman el mensaje liberador de Jesús.

Jesús sería como el cupletero que canta “que el letrista no se olvide de las madres del Pereira, que recuerde la tristeza de los locos de Millán”. Nunca estaría en un circo con luces a los gritos, pidiendo plata para conceder un “milagro”. ESTAN MINTIENDO Y ESTAFANDO LA INGENUINDAD DE LA GENTE.

No es un tema religioso: es una estafa y una violación de los derechos de quienes, en momentos de fragilidad, buscan en estas iglesias una solución mágica a sus problemas. Y luego, con técnicas de manipulación, las despersonalizan y estafan económicamente.

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