Valorar 20 años de aportes de El Diario Médico a la salud implica un reconocimiento, un saludo, una congratulación muy sentida con Elbio Alvarez y ese puñado de personas que lo hizo posible.
Pero además no puedo dejar de pensar en la importancia de la labor realizada y rescatar una mirada ideológica de esa trayectoria.
La información, el análisis y los debates son elementos imprescindibles de cualquier transformación relevante de la sociedad.
Las concepciones tecnocráticas que piensan las transformaciones como el gerenciamiento de un proceso despolitizado, carente de ideología, son líneas de pensamiento empobrecedoras en cualquier campo. Pero en el campo de la salud son particularmente inoperantes. Desde el concepto mismo de salud a las diversas estrategias para su construcción permanente, hay una interacción compleja con los aspectos económicos, sociales, culturales y políticos de la vida en sociedad.
Sin embargo muchas veces la conducción de los servicios de salud parece reducirse a los problemas administrativos y técnicos de la gestión. Como si la ideología y la política no fueran parte esencial de las luchas por la salud.
De eso se trata: de luchar por la salud. Una salud para todos, un derecho humano fundamental, un bien público, una obligación del Estado. Y sobre todo un proceso donde múltiples actores suman fuerzas o confrontan intereses.
Así como a lo largo de la historia la medicina ha sido un componente disciplinador de los cuerpos en las sociedades modernas (Barrán 1989) o un instrumento de poder que reflejaba y reproducía las desigualdades, también ha sido luchas, resistencias y construcciones populares. En imágenes de la última dictadura: médicos torturadores que participaban de los suplicios a gente atada y también muchos médicos y trabajadores de la salud en las cárceles por largos años o asesinados como Wladimir Roslik. Más cerca en el tiempo, durante los años 90 la salud pasó a ser un negocio, una oportunidad de lucro para unos pocos. Esa mercantilización que cambiaba pautas culturales muy arraigadas, no fue exclusiva de la salud, pero sí la afectó profundamente. Toda América Latina se llenó de reformas sanitarias neoliberales. De muchas formas esta poderosa corriente generó a fines del milenio la mayor crisis estructural que vivió la salud en nuestro país
En contra de ese modelo, se inició la construcción del Sistema Nacional Integrado de Salud. Recogiendo ideas y experiencias de larga data a nivel nacional y estrategias fecundas como la de Atención Primaria de Salud. Enfrentando muchas resistencias este proceso comenzó a desarrollar cambios estructurales en el modelo de atención, de financiación y de gestión. El rol de los usuarios y trabajadores que se propuso llevar adelante difiere sustantivamente del período anterior. En vez de considerarlos como objetos de los tratamientos dictados por el poder y el saber de los técnicos, se los concibió como protagonistas de su proceso de salud-enfermedad, el de su familia y su comunidad.
Claro que entre intenciones y hechos hay distancias, grietas o fosos donde actúan los hombres y las mujeres, las instituciones públicas y privadas. Por eso pensamos que ésta es una lucha por mayor democratización de la salud que forma parte de procesos democratizadores de la sociedad y el Estado.
Hace poco decíamos en un artículo de prensa que la falta de ámbitos para analizar la marcha de la reforma de la salud no es un hecho menor. Por varios motivos.
En primer lugar porque como todo proceso complejo de transformación social está lejos de haber culminado con sus objetivos de fondo. En tal sentido requiere un análisis crítico de sus avances y dificultades para construir una agenda u hoja de ruta de las transformaciones.
En segundo lugar porque este tipo de procesos no funciona con lógicas de ordeno y mando sino que son imprescindibles análisis y planificación situacional donde se tengan en cuenta los diferentes actores.
En tercer lugar porque construir una alianza del cambio es una tarea de enorme importancia estratégica, que precisa de ámbitos democráticos y propuestas que construyan la agenda del cambio en la salud. Ámbitos como El Diario Médico.
Para todas esas tareas trascendentes El Diario Médico ha sido un soporte. Con pocos recursos pero con una voluntad tenaz recogieron testimonios, informaron y opinaron. Abrieron las páginas a los debates y a las iniciativas innovadoras. Miraron a la capital pero también al interior, a los muchos interiores que nos conforman como país. Dieron una batalla por una transformación profunda de la salud. Un día, y otro, y otro. Durante 20 años.
Felicitaciones y arriba los que luchan.