EDUCACIÓN: ¿PASAPORTE AL PARAISO O CHIVO EXPIATORIO? Por Pablo Anzalone

Hace tiempo que se multiplican los cuestionamientos al sistema educativo desde muy diversas tiendas. Hay quienes critican a los gremios docentes porque actúan corporativamente. Otros condenan a los docentes en general por no lograr buenos resultados en las pruebas Pisa, por sus ausentismos, por la baja calidad de su labor, por la falta de compromiso.

En la mayoría de los análisis los avances efectivos logrados globalmente o las experiencias innovadoras exitosas no ingresan siquiera en la consideración. Tan sesgadas son las críticas que más que un debate amplio podríamos hablar de una verdadera campaña. La discusión seria de los debes, de lo que falta, de lo que anda mal, de lo que hay que hacer, se resiente por la ausencia de una reflexión sobre los proyectos educativos. Todo parece reducirse a problemas de gestión y malos docentes. Intentaré polemizar con algunos de estos enfoques y señalar omisiones para fundamentar otro punto de vista, sin ingresar por razones de espacio en un análisis mayor del sistema educativo formal.

 

  • Concentrar las críticas en Secundaria y omitir toda referencia a Primaria o Preescolares es uno de los reduccionismos más fuertes . Las condiciones en que los niños egresan de la escuela no son analizadas como uno de los factores del fracaso en el primer ciclo, aunque la propia directora de Primaria ha sido muy clara al respecto. Ni se estudian las condiciones en que los niños llegan a Primaria, los cuidados y estímulos para el desarrollo que recibieron desde el nacimiento y durante la primera infancia. Lo que Uruguay Crece Contigo ha constatado con muchos indicadores duros, es decir, la pobreza infantil y todas sus consecuencias (¡33% de los niños menores de 2 años!!), el debilitamiento de la trama familiar en los cuidados, la malnutrición por déficit (retraso de talla respecto a la edad) y por exceso (sobrepeso y obesidad infantil). Ni siquiera consideran las parasitosis que llegan a un 70% de la población escolar en algunas zonas, afectando objetivamente su rendimiento. Falta en esas críticas una visión del ciclo de vida.

 

  • Concebir la educación como las acciones que se desarrollan entre las cuatro paredes de las escuelas y liceos es otro sesgo reduccionista. Responsabilizar en forma exclusiva a los docentes parte de una concepción donde el actor pedagógico es uno solo, el maestro o profesor. Ese imaginario representa a un docente actuando en solitario con un grupo de alumnos que aprenden lo que él enseña. No se concibe el trabajo en equipo para los docentes, aunque las experiencias más exitosas se caracterizan por haber construido ese tipo de labor. Quedan afuera de esa visión los estudiantes, como protagonistas y no meros receptores de conocimiento, las familias, la comunidad y el territorio, y los demás sistemas como el de salud y el de cuidados. Falta conocer a grandes corrientes pedagógicas que toman distancia de esa visión vertical y simplista de la educación, o mucho más cerca, la rica trayectoria de las escuelas experimentales de Las Piedras o Malvín. Estos sectores pueden ser actores pedagógicos importantes, o no, según el tipo de prácticas que desarrollen. No sólo por la evidencia obvia de que los niños aprenden las 24 horas del día, observan e interactúan con sus padres y familia, sino también porque sus pares, la barra, el barrio, el club, son escenarios fundamentales para los aprendizajes. O para la fractura social. Conforman dispositivos integradores o por el contrario desarticuladores del entramado societario. No se trata de minimizar la responsabilidad de los docentes sino de integrar a los demás responsables y ponerlos ante el desafío inexcusable de coordinar sus esfuerzos. Dicho con conceptos de Carlos Matus se requiere una planificación situacional donde las alianzas entre distintos actores son el componente principal.

 

 

  • La masificación de la educación media es una necesidad impostergable y un complejo desafío. De ser una opción reducida a quienes tenían condiciones intelectuales, económicas o sociales para “ascender” en la pirámide educativa, la enseñanza media pasó a aspirar a la universalidad. La cantidad de nuevos problemas que este horizonte plantea no pueden ser subestimados. Tampoco las posibilidades que abre para una perspectiva democratizadora de la educación y la sociedad. Pero está claro que ambas dimensiones no pueden ser asumidas por el sistema educativo aisladamente. Es ir a la guerra con un escarbadientes.

 

  • La separación entre educación y cuidados. Algunos discursos cuestionan que los centros de enseñanza cumplan tareas de cuidados. Esa separación tajante entre ambos planos es muy discutible conceptualmente y abona en el sentido del aislamiento de la labor docente. En las familias cuando una madre o padre alimentan, conversan o juegan con su hijo pequeño están cuidando y educando. En los CAIF o centros de educación inicial no sólo se cuida a los niños sino que también se los educa. En las escuelas y liceos junto al rol fundamental de educación hay una labor de contención y cuidados. El Programa de Alimentación Escolar es un ejemplo de cuidados y educación. Asumir esta articulación no implica dejar de analizar éxitos o fracasos pedagógicos. Es una combinación compleja e imprescindible en un contexto de masificación de la enseñanza primaria y media y en escenarios de fractura social y cultural.

 

  • La alianza educación-salud en los territorios es una de las claves del entramado de protección social. Tanto salud como educación son políticas sociales relevantes con fuertes estrategias universales en muchos aspectos interdependientes. Para cambiar el modelo de atención y desarrollar una APS renovada es imprescindible poner el énfasis en la educación, la promoción de salud y la prevención de la enfermedad. La enfermedad puede atenderse entre las cuatro paredes de los consultorios u hospitales, pero la salud se gesta en la comunidad. Promover hábitos saludables es un cambio cultural con muchos actores. El sistema educativo es uno muy importante. Más allá de la inclusión del tema en la currícula, hay muchas experiencias valiosas de trabajo conjunto entre escuelas, centros CAIF, liceos, UTU y las policlínicas de primer nivel del sector público (IM y ASSE). Hemos trabajado mucho impulsando esas articulaciones y mencionaré solo seis: formación de promotores juveniles y escolares de salud; educación en salud bucal en las escuelas; campaña por merienda saludable; prevención del Dengue; diagnóstico y tratamiento de parasitosis. En todas ellas se apostó al protagonismo de niños y jóvenes en relación con sus pares y familias. Por otro lado la salud de los niños (malnutrición, parasitosis, problemas en la visión, etc.) condiciona su rendimiento educativo. Señalemos también que a veces la medicalización es perjudicial como, por ejemplo, la medicación para déficit atencionales.

 

  • La recomposición de la alianza docentes-familias-comunidad. Las generalizaciones en la crítica a los docentes abonan hacia la desvalorización de su rol y la fractura de su alianza con familias y comunidad. Sin darse cuenta (o tal vez sí y ahí vale discutir los objetivos perseguidos), que no hay proceso educativo fecundo sin esa construcción pedagógica. También contribuyen a eso los enfoques más estrechos y las prácticas sindicales que desestiman ese diálogo, que no debe quedarse en la mera difusión de sus demandas ya que la comunicación debe incluir la capacidad de escuchar.

 

  • La articulación efectiva de demandas y colectivos diferentes en proyectos comunes es una de las claves, para generar lo que Laclau llama “la cadena de equivalencias” que permite luchar por la hegemonía. Por ejemplo, si pensamos el Sistema Nacional de Cuidados como una articulación de las demandas de cuatro colectivos, los adultos mayores dependientes, los discapacitados, la primera infancia y las mujeres sobre las cuales ha recaído exclusivamente la responsabilidad de los cuidados. La reducción de esta articulación a uno solo de los colectivos, a un grupo de demandas, subestimando u omitiendo a los demás, debilita al conjunto y a cada actor, en la procura del consenso social y cultural hegemónico. Cada perspectiva se fortalece por la alianza con las otras demandas, dándole al Sistema de Cuidados un sentido democratizador de la sociedad. Tengamos en cuenta que ningún sistema complejo puede desarrollarse sólo por la gestión de gobierno, sin luchas, consultas, compromisos, alianzas, en el tema específico y en la intersectorialidad. No es un camino de rosas sino un proceso complejo, que va a contrapelo de la “lógica del ajuste” frente a la crisis. Con más razón para no reducir la mirada ni el discurso.

 

 

Vivimos una sociedad que está cambiando. Venimos de un mundo donde las tareas rutinarias constituían la inserción laboral de las personas durante toda su vida. La educación, por lo tanto, podía limitarse a instruir a las personas para que cumplieran ese rol y aceptaran la distribución del poder correspondiente. De allí la hegemonía del tipo de educación que Freire llamaba “bancaria” como imagen de un depósito de conocimientos en recipientes vacíos. Todavía hay mucho de eso en este capitalismo tardío. Pero también es cierto que el mundo actual y sobre todo los desafíos de promover un desarrollo integral, humana y ambientalmente sustentable, plantea cada vez más requerimientos diferentes, donde la capacidad creativa, la posibilidad de proyectar, la toma de decisiones, el trabajo en equipo, una socialización más democrática y emancipadora, son los temas fundamentales. Esto implica la decisión de una mayor inversión en educación, (en infraestructuras, materiales educativos, dignificación de la labor docente, creando las condiciones para el trabajo en equipo, la planificación y el vínculo con el entorno), prosiguiendo con un proceso de incremento importante de recursos que se inició en la década pasada.

Al mismo tiempo la educación debe recurrir a nuevos modelos pedagógicos, retomando una rica historia de heterodoxia, sin la figura del actor único, sino por el contrario con diversos actores potenciados y articulados entre sí. El sistema educativo debe reformularse para dar lugar a tiempos, espacios y relaciones educativas donde niños,niñas, jóvenes, docentes, familias y comunidad, articulen procesos de enseñanza/aprendizaje basados en su protagonismo.
Tal vez la imagen botánica de Deleuze de una sociedad rizomática, heterogénea, conectada, múltiple, sea la más ilustrativa de un objetivo posible y necesario.

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