La semana pasada se lanzó oficialmente el Programa “Un niño, un instrumento”. El mismo está destinado a niños y niñas de todas las instituciones educativas del país, que tengan entra 6 y 14 años.
Este Programa reposa hoy en 17 núcleos de trabajo que se encuentran en Canelones, Colonia, Durazno, Flores, Florida, Lavalleja, San José, Soriano, Paysandú y Montevideo. Desde este emprendimiento se dictan clases de instrumentos de cuerda (violín, viola, violonchelo, contrabajo), vientos de madera (flauta, oboe, clarinete, fagot), vientos de metal (corno, trompeta, trombón, tuba), percusión y formación coral.
Al momento más de 1.500 niños participan en las actividades musicales con un potencial de varios miles más dispuestos a integrarse ya al programa. Se desarrolla desde el Sistema de Orquestas y Coros Juveniles e Infantiles del Uruguay y se cuenta con la colaboración de intendencias, alcaldías, embajadas e instituciones educativas. ¡Bien por esta iniciativa!
El artista y pedagogo inglés Herbert Read publicaba en su libro “Educación por el Arte” en 1943 que el arte es “…un modo de integración -el modo más natural para los niños- y como tal, su material es la totalidad de la experiencia. Es el único modo que puede integrar cabalmente la percepción y el sentimiento”.
En 1910, Figari dice: “Es conveniente en sumo grado que las escuelas públicas despierten en el niño el concepto del arte y de la belleza, como se ha hecho en otras partes. Esto concurrirá a formar el carácter del pueblo, dentro de un plan más alto y más culto”.
Se vuelve imprescindible pensar hoy desde el sistema educativo formal y no formal, la difusión y promoción de las artes en su más amplia expresión, reconociendo que en cada niño o niña hay un creador ilimitado. El asunto es abrirle las puertas para que vea el mundo y descubra su capacidad interior para comprenderlo, interpretarlo y transformarlo.
Ojalá que a esta iniciativa del mundo de la música que aplaudimos fervorosamente, le sigan iniciativas que incorporen el teatro en cada centro educativo, que incorporen la danza como práctica artístico-pedagógica. Lo mismo pensamos para las artes plásticas y las artes audiovisuales. Ojalá que en cada centro de estudio se organicen círculos de creación literaria donde prolifere “la sociedad de los poetas vivos” para abordar la literatura en su más amplia y libre realización, como el arte de las palabras. Por ahí va gran parte de la transformación social. Como decimos en el PIT-CNT, los cambios son culturales o no son.
Publicado en el semanario VOCES 27-9-2018