PENA DE MUERTE, YA EXISTIÓ EN URUGUAY por Milton Romani Gerner

Regresábamos del recreo. Escuela República Argentina. Salón de quinto año, con grandes vidrios esmerilados hacia el segundo patio abierto. Amanda Aurora Goyen, que había sido maestra rural, nos dijo mirando el reloj:  Niños, a esta hora están matando a un hombre. Quedamos helados. Ella empezó un corto pero emotivo mensaje humanista, que la llevo a sacarse sus anteojos negros que siempre usaba, y secarse las lágrimas. ¨Así es, agrego. en una cárcel de EEUU están matando a un hombre en la cámara de gas por crímenes que el dice no haber cometido. Nadie tiene derecho a quitar la vida a nadie¨. En aquellos momentos el caso Caryl Chesman fue noticia mundial. Había estudiado derecho en la cárcel y hacía ejercicio de su defensa. Los medios de entonces lo titulaban El asesino de la luz roja. Quizás no era inocente. Pero no merecía morir.

La obra de teatro Procesado 1040, del celebre Juan C. Patrón, llamativamente se ha dejado de difundir, planteaba que todos podemos ser presos en algún momento.

Eso vaya si lo sabemos bien.

La gente que se transforma en turba y pide pena de muerte es impermeable a los argumentos racionales. Porque están reaccionando primariamente a un instinto salvaje. Lo que es imperdonable en términos de convivencia, es que haya políticos que siguen fogoneando este tema en forma totalmente irresponsable. Para no citar el rol de algunos medios de comunicación que son, francamente, amplificadores y grandes escuelas del crimen. Que es sino, los reiterados videos de copamiento de estaciones de servicios o de supermercados, con el detalle de como entran, como amenazan y como se fugan. ¿Esto es disuasivo? No lo es. Resulta que hay un mito que impide que se den noticias o se graban videos sobre suicidios. Fui voluntario en Prevención de Suicidios durante cuatro años. Se de lo que hablo. No hay ninguna ley que impida eso. Pero se sabe que hay un efecto imitación, y que la aparición de la noticia, ¨invita¨ por decirlo, e impulsa al acting a quienes tienen ideas de muerte. Porque no seria lo mismo en los atracos e incluso en los homicidios. Creo que hay una ética de la comunicación que tendría que estar al servicio de la prevención y la convivencia y que no colide con la libertad de expresión.

El tema es que solo quieren satisfacer, sus deseos primarios de venganza y le importan tres carajos si es o no útil. Es bastante fácil deducir que la pena de muerte, como la intensificación de todas la penas, la inflación penal, nunca ha servido para un carajo. Claro que nunca piensan en la retaliación, o como esto incrementa la violencia. Una vez declare a Voces:

¨Los pibes del Marconi están diciendo: “Vení, yo quiero bronca, yo estoy acostumbrado a los palos.” ¿Qué les vas a proponer? ¿Rigor? Eso es profundizar la escalada de violencia por parte del Estado. Preguntales a Colombia, a México, a todos, preguntales qué lograron aumentando los niveles de violencia. A lo mejor no tengo la solución, pero lo que te puedo asegurar es que si les das palo, ellos van a decir: “Vení. ¿Me metés en cana? Me escapo” Te voy a decir una cosa como profesor de psicopatología. ¿Sabés a quien es al único que calma el diagnóstico? Porque viste que en psicología y en salud mental son enloquecidos por tener un diagnóstico. Al único que calma es al diagnosticador, porque al tipo al que le hiciste el diagnóstico no lo calmaste nada. ¿A quién calman las penas? Al que pone las penas, que piensa que resolvió un problema. El fenómeno no lo resolvió. Milton Cairoli, cuando fue a la comisión de adicciones de Diputados se quejaba diciendo que ya lo habían convocado en el año 97 porque habían querido poner el delito de copamiento. ¨No, no creen un nuevo delito, porque el delito de copamiento es un delito de rapiña con privación de libertad¨ Lo crearon. En esa época había dos copamientos, y ahora que existe el delito hay cuatrocientos¨

Las sociedades necesitan cada tanto un chivo expiatorio que purgue las penas de todos y todas. El odio es un componente inevitable de los seres humanos, y para muestra está Mercedes Vigil hablando de Daniel Viglietti. Todo lo malo lo colocamos en alguien, que quizás no es un santo, pero que se lo demoniza de tal forma que no hay lugar para ningún rasgo de humanismo. Insólitamente en estos últimos hechos, el rasgo humano partió de los familiares de Florencia y de la mamá de Christian Pastorino. Que la crónica policial espectacularizada siempre le roba la identidad. Es difícil recordar el nombre de El Pelado, que fue todo un ícono criminal y al que muchos hubieran matado. Hace tiempo allá en los 60, fue la época de El Cacho. El «símbolo uruguayo del Mal¨ tituló Eduardo Galeano a una crónica y reportaje al infantojuvenil (así se lo etiquetaba) Zelacio Durán Naveiras, alias «El Cacho».

Pena de muerte ya se practicó, y como, en Uruguay. Sin vericuetos legales. No se trata de un recurso evasivo, sino en señalar que esto ocurrió y esta impune. En materia de seguridad ciudadana, sigue siendo una amenaza.  Recordemos la tesonera investigación de Roger Rodriguez.

¨El 5 de octubre de 1976 el Vuelo 511 del Transporte Aéreo Militar Uruguayo (TAMU) viajó a Argentina para trasladar a Montevideo, de forma ilegal, a 22 uruguayos que habían sido secuestrados en Buenos Aires y torturados en el “pozo” de Automotores Orletti. Fueron entregados a oficiales del Ejército y hoy permanecen desaparecidos. El C-47 de la Fuerza Aérea Uruguaya (FAU), tripulado por el mayor Walter Pintos (piloto), el mayor José Pedro Malquín (copiloto) y el capitán Daniel Muñoz (tripulante), arribó a la plataforma de la Brigada de Mantenimiento y Abastecimiento del Aeropuerto Internacional de Carrasco en la madrugada y era comandado por el mayor Walter Dopazzo. Los 22 uruguayos eran militantes del Partido por la Victoria del Pueblo (PVP) que, desde Argentina, resistían a la dictadura uruguaya. Fueron secuestrados en sus domicilios en setiembre y octubre por comandos de una coordinación represiva integrada por la Policía Federal, la banda de Aníbal Gordon y militares uruguayos. Los últimos estaban comandados por el mayor José Nino Gavazzo del Servicio de Información y Defensa (SID) y en la coordinación con Argentina operaron los oficiales Manuel Cordero, José Arab, Jorge Silveira, Gilberto Vázquez, Luis Maurente y Ernesto Ramas; con los policías lo hicieron Ricardo Medina y José Sande, además de un grupo de soldados¨

Es el mismo grupo criminal organizado estatal, que aplico la pena de muerte a Zelmar, Gutierrez Ruiz, Rosario y Whithelaw. Los mismos que trasladaron desde Buenos Aires a Floreal García, Mirtha Hernández de García, Daniel Brum, María de los Ángeles Corbo de Brum, embarazada de seis meses y medio, y Graciela Estefanell y le aplicaron pena de muerte en Soca, dejando desaparecido al niño Amaral Garcia que como otros niños solo fueron recuperados a pura militancia. Que cumplía ordenes, alguna de las cuales fueron decididas en el Consejo de Seguridad Nacional (COSENA) presidida por Juan María Bordaberry. Como también fue decidida la pena de muerte para Elena Quinteros según el Memorandum Secreto que condeno al ex Ministro de RREE Juan Carlos Blanco.

No hay alarma sobre estos hechos. Nos sigue indignando a muchos. La inseguridad de los mismos permanece por el cerrado secreto de las instituciones castrenses, que sí tienen información y siguen, ominosamente, guardando camposantos ilegales en los cuarteles de la patria.

Publicado en Semanario Voces 1/3/2016

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