El crecimiento del parque automotriz es una bomba de tiempo en el desarrollo de las ciudades.
Su impacto es cada vez mayor en la contaminación ambiental, en la agresividad y violencia en la calle, en los accidentes de tránsito y su saldo de muertes y lesiones y en la movilidad urbana congestionada. Por si fuera poco este modelo de transporte incrementa nuestro sedentarismo con las consecuencias constatadas en materia de salud y en especial como factor determinante de las Enfermedades Cronicas No Transmisibles, principal causa de muerte en Uruguay.
En nuestro país la mejora en los ingresos de la población se tradujo en una cantidad cada vez mayor de autos individuales. Como éste es un fenómeno mundial podemos ver en otras ciudades nuestro futuro próximo si no hay un cambio de paradigma. Y no es una imagen agradable. Al mismo tiempo otras urbes han percibido la gravedad del problema y están implementando estrategias para reducirlo. Más fuertes que en nuestro país. Hamburgo por ejemplo tiene un plan estratégico para eliminar los autos de la ciudad en el 2030 (http://www.upv.es/contenidos/CAMUNISO/noticia_945756c.html)
¿Es la bicicleta la solución a todos estos gravísimos problemas? Seguramente se pueda afirmar que es imprescindible un sistema de movilidad multimodal, que combine distintos medios de transporte colectivo, las bicicletas y las caminatas. Pero si no se sustituye el actual reinado absoluto del automóvil hacia una movilidad más equilibrada, no habrá cambios significativos.
Hay componentes ambientales en esta definición estratégica a tomar como ciudad, como comunidad. Pero también hay costo-efectividad en el transporte. Y un uso poco democrático del espacio público. Así como consideraciones en relación con los accidentes y la violencia en el transporte. El episodio de atropello de un ciclista de la Masa Crítica es solo una muestra de una violencia cotidiana en el tránsito montevideano.
En todos esos parámetros el actual sistema de movilidad basado la hegemonía total del auto es peor para la ciudad y sus habitantes. Y además sus perjuicios tienden a agravarse.
Recomiendo dos artículos muy elocuentes de Andres Dean sobre este tema:
https://ladiaria.com.uy/articulo/2013/9/autos-para-todos/
https://ladiaria.com.uy/articulo/2016/8/supermanzanas/
Cuando Harvey y otros hablan de derecho a la ciudad, cuando Francisco Tonucci analiza la ciudad y los niños, lo que ponen de manifiesto es que las estructuras ciudadanas reproducen desigualdades de poder, que privilegian a unos y postergan a otros. Aunque se presenten como resultados naturales del crecimiento. Ciudades y Gobiernos Locales Unidos pone el énfasis en el carácter insostenible de las desigualdades urbanas y hace propuestas para hacer efectivo el derecho a la ciudad en https://www.uclg-cisdp.org/es/el-derecho-la-ciudad/H%C3%A1bitat-III/nueva-agenda-urbana.
Y la movilidad es una de las estructuras de mayor peso. Construir una movilidad menos contaminante, mas saludable, menos violenta, más accesible a todos los sectores sociales, es una alternativa viable. Recomiendo los artículos de Adriana Cabrera que desarrollan estos temas en varios artículos: https://adrianacabreraesteve.com/tag/movilidad-urbana/
El avance lento de las ciclovías y del uso de bicicletas como medio de transporte en Montevideo, el surgimiento de organizaciones de ciclistas y de movilizaciones como la Masa Crítica, son parte de estas luchas, con mayor o menor receptividad de los gobiernos, pero con más eco en la población. Esto también es parte de la nueva agenda de derechos.