IGUALDAD, IGUALDAD Y MÁS IGUALDAD por Adriana Cabrera Esteve

Luego de que la recolección de firmas nos levantara el ánimo, no sólo por los resultados, sino también por ver a las representantes de la Intersocial Feminista compartir las vocerías con los principales dirigentes de las organizaciones sociales y políticas del país y a cientos de mujeres de todas las edades organizando la recolección de firmas, saliendo a la calle lloviera o tronara, abriendo comités, colocando mesas, entregando almohadillas y papeletas. Leer el artículo de la diaria1 en el que grupos importantes del Frente Amplio (FA) postulan a un querido compañero para su Presidencia fue un balde de agua fría. Por si fuera poco, en el artículo se menciona a 13 dirigentes frenteamplistas hombres y ni a una sola mujer. Y por último, sugiero ver las tibias resoluciones del Plenario del FA en materia de paridad.

La verdad es que una se siente en la prehistoria cuando los feminismos avanzan hacia la reivindicación del derecho a la autonomía de mujeres y disidencias sobre sus cuerpos, y en nuestro país nos vemos obligadas a tratar de que dejen de matarnos y a reivindicar, todavía, lo que las sufragistas del siglo pasado. Igualdad, igualdad y más igualdad. Tan mal estamos. Más aún cuando se trata de la interna de una fuerza política que se define como antipatriarcal.

La integración puramente masculina del Grupo de Transición, que conduciría a la fuerza política hasta la elección, conformado así por decisión de los sectores que lo componen, y la ausencia de candidatas mujeres a la presidencia del FA, me trajo a la mente, quizá como anticlímax posrecolección de firmas y muy tristemente, el recuerdo de Olympe de Gouges, la revolucionaria francesa que creyó ingenuamente que cuando los revolucionarios de la Ilustración escribieron la Declaración de los Derechos del Hombre y el Ciudadano, se referían también a ellas, por aquello del uso del genérico masculino. Las mujeres habían luchado hombro con hombro por la igualdad, la fraternidad y la libertad. Darse cuenta de que ellas no eran consideradas “iguales” por sus compañeros de lucha llevó a Olympe a escribir en 1791 la Declaración de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana, organizar a las mujeres y luchar por la igualdad, y por eso mismo fue guillotinada en 1793, ya que según Rousseau, la sujeción y la exclusión de las mujeres era lo deseable.

En la actualidad, se usan otros argumentos para postergar a las mujeres y disidencias y las penas no son capitales, pero sí son formas de castigo: la exclusión de la vida política, el bullying político, la marginación de la toma de decisiones y la condena a la invisibilidad. Y los argumentos ya no son los de Rousseau: ahora se habla de las “exigencias de la coyuntura”. Ese es uno de los argumentos más recurrentes, y como en materia de política, los uruguayos nos dividimos en dos grandes mitades, siempre llegamos por poquito a ganar las elecciones, entonces ese argumento siempre está a la orden del día. Siempre hay alguno o alguna (porque la cultura patriarcal no es hegemónica sólo entre los hombres, también lo es entre las mujeres) que sostiene que se necesita un compañero de consenso que pueda liderar el difícil momento, sea cual sea el momento. Y como vivir es difícil, hacer política es difícil, transitar la historia es difícil, sobrevivir es difícil, entonces siempre es necesario un hombre.

Esta postura muestra también la falta de un balance sobre lo que fue la cruzada titánica de los últimos meses, que convocó a la gente a sumarse y a superar por lejos las firmas necesarias para que sea posible un referéndum sobre la Ley de Urgente Consideración. En mi opinión, en este logro no sólo influyó el papel penoso que está haciendo el gobierno al mantenerse en su agenda neoliberal en medio de una pandemia que dejó en su primera ola 6.000 muertes por covid-19 y sin preocuparse por los 100.000 nuevos pobres que no descenderán por la vacunación porque se precisan políticas socioeconómicas específicas. También importan en el balance las características de la campaña. Una campaña sin ninguna elección partidaria en el horizonte que pudiera ofrecer la tentación de ser utilizada por alguno o alguna de sus voceros como trampolín para ocupar lugares de poder. No hay nada más desmoralizador y desmovilizador que la prostitución de las causas. Y de eso los militantes, especialmente los que “votan con los pies”, y abandonan la lucha, saben mucho.

Cuando miro a algunos dirigentes del FA, parados sobre su statu quo, y leo los nombres del Grupo de Transición, me pregunto, ¿no tienen esos sectores frenteamplistas compañeras para ocupar esos lugares?

En segundo lugar, esta campaña se caracterizó por su transversalidad. Algo que algunos de los feminismos postulan: vocerías rotativas, decisiones participativas, organización rizomática. Esas tres características estuvieron presentes en la campaña de recolección de firmas. Y de ella hay que sacar lecciones.

Por eso, cuando miro a algunos dirigentes del FA, parados sobre su statu quo, y leo los nombres del Grupo de Transición, me pregunto: ¿no tienen esos sectores frenteamplistas compañeras para ocupar esos lugares? Si se trata de sectores con representación en el Senado, a mí sin pensarlo mucho me vienen a la mente varias que lo están. Amanda Della Ventura, Lilián Kechichián, Sandra Lazo, Lucía Topolansky. ¿Qué pasó con la paridad? ¿Qué pasó con la definición antipatriarcal de nuestra fuerza política? ¿Cómo piensa el FA impulsar ese postulado? ¿Es que realmente creen que ellos son los mejores?

Y como candidatas a la Presidencia del Frente Amplio, sin pensar en las parlamentarias para que no tengan que renunciar a su cargo como ya sucedió con Mónica Xavier, ¿no hay excelentes militantes que han estado en la gestión del Estado o en el Parlamento o demostrando su capacidad y compromiso a lo largo de su vida?

No ser sectorizada me permite tirar nombres sin la prudencia de la organicidad ni la necesidad de hacer cálculos electorales. Algunos ejemplos. Graciela Villar hizo una excelente campaña para la vicepresidencia del país, tiene arraigo y buen diálogo con las organizaciones sociales, presidió la Junta Departamental; Constanza Moreira es una de las mejores senadoras que ha tenido el parlamento uruguayo, actualmente dedicada a la academia por no haber reunido los votos suficientes para permanecer en el Parlamento; Carmen Beramendi, actualmente invisibilizada en algún lugar de la Intendencia de Montevideo (IM) luego de conformar el grupo político que llevara al Senado a la actual intendenta, Carolina Cosse; Patricia González, integrante del Ejecutivo Departamental en el período anterior y excelente política; Adriana Barros, ex presidenta de la Junta Departamental en el período pasado; Patricia Ayala, ex intendenta de Artigas con muy buena gestión. No me propongo hacer una lista completa, no sólo porque es imposible sino porque se puede ser muy injusta. Pero mujeres políticas hay muchas.

Va siendo tiempo de que el FA aprenda no sólo de las experiencias recientes en nuestro país sino también de las experiencias latinoamericanas en las que las dirigencias tienen que ser representativas también de grandes sectores sociales. El ejemplo más reciente, Elisa Loncón, mapuche elegida para presidir la Asamblea Constituyente en Chile.

En Uruguay, cuando hablamos de grandes sectores sociales podemos recordar que las mujeres somos la mitad de la población. Los defensores del statu quo del Frente Amplio deberán preguntarse si a esa mitad seguirán dándole la espalda.

Publicado en La Diaria el 26 de julio de 2021


  1. https://ladiaria.com.uy/politica/articulo/2021/7/candidatura-de-carambula-para-la-presidencia-del-fa-vuelve-a-tomar-fuerza-tras-confirmacion-de-los-apoyos-del-mpp-y-pcu/ 

DEBATES ACTUALES DEL PENSAMIENTO CRÍTICO por Pablo Anzalone

El Primer Foro Mundial del Pensamiento Crítico reunió en noviembre de 2018 en Buenos Aires  a muchos miles de jóvenes. Hubo 50 mil inscriptos, según los organizadores, la gran mayoría de esa franja etaria. Las conferencias centrales, los foros especiales, los paneles, expresaron  una gran diversidad de enfoques, que combinaron la reflexión académica con el compromiso social y político, la denuncia, la crítica y la esperanza. Vale la pena intentar  recoger estos debates, aún parcialmente, en distintas notas, así como los esfuerzos realizados en Uruguay en esa dirección.

Algunos de los aportes más interesantes provinieron de las corrientes feministas, que han tenido un  protagonismo destacado tanto en las luchas sociales como en la reflexión crítica. Rita Laura Segato (Universidad de Brasilia, Brasil – Argentina), Virginia Vargas (Centro Flora Tristán y Articulación Feminista Marcosur, Perú) y María Eugenia Rodriguez Palop (Universidad Carlos III de Madrid, España) entre otras, participaron de estos debates.

Rodriguez Palop hizo énfasis en las luchas recientes de las mujeres argentinas, chilenas y uruguayas  que conmovieron sus sociedades y en la movilización de las mujeres brasileñas contra el “neo-fascismo” de Bolsonaro, que despertaron la solidaridad en otras ciudades del mundo. El feminismo ha dado claras muestras de oponerse al fascismo, a las políticas neoliberales y a la ultraderecha, señala Rodriguez Palop. Rechazan las amenazas de las iglesias conservadoras y los poderes establecidos, así como las propuestas políticas que convalidan los mecanismos de dominación. Denuncian  una alianza entre patriarcado y capital y se reivindican como mujeres del 99% contrapuesto al 1% más rico y poderoso del planeta.

Virginia Vargas destacó que el feminismo latinoamericano surge en las luchas contra las dictaduras y por la democracia. Al caracterizar la situación actual, señaló que existe una crisis de la democracia en América Latina. Ya no es solamente una democracia de baja intensidad sino que ahora permite que se use la democracia para quitar derechos. El progresismo accedió a los gobiernos como consecuencia de las luchas de muchos sectores. Estos procesos progresistas abrieron un espacio fundamental para los derechos de la ciudadanía. Sin embargo no lograron tener alternativas al capitalismo extractivista y su proyecto transformador se apoyó en la ampliación del mercado de consumidores. El avance actual del fascismo tiene como uno de sus  aspectos fundamentales el control del cuerpo de las mujeres, concluye Vargas, asistimos a una reedición del Pacto Patriarcal.

Rita Segato por su parte analiza los procesos latinoamericanos recientes adhiriendo  provocativamente a la teoría del complot con dos elementos que conspiran contra la democracia:

a) El incremento de una esfera para-estatal de control de la vida de las personas a través de diversas formas de actividad criminal organizada, con participación de fuerzas paramilitares, represión policial, compañías contratadas para la tercerización de la guerra. Son partes de un universo bélico para-estatal que se expande en el continente sin contención, en particular en Centroamérica y  México. Puso como ejemplo que a partir de 2006 en Mexico la línea de los homicidios crece en línea recta, sin oscilaciones. No es una curva espontánea sino un fenómeno artificial. Hay una pedagogía represiva basada en el uso de la crueldad sobre el cuerpo de las mujeres y los niños, que incluye la espectacularización del arbitrio y de la violencia.

b) La inoculación del fundamentalismo cristiano en América es, para Segato, equivalente a la esfera del control para-estatal. Los sectores católicos y evangélicos fundamentalistas ultraconservadores han importado las estrategias de faccionalismo religioso del medio oriente. Se están volcando muchos recursos económicos para sustentar estas organizaciones que utilizan la religiosidad para  profundizar una ideología ultraconservadora y también combatir los cristianismos que siguen luchando por una vida mejor para todos.

Para Segato esos dos implantes son el “huevo de la serpiente”, que deteriora la democracia y abre espacios al fascismo. Hay un crecimiento alarmante de los partidos ultraderechistas en el mundo, denuncia. Una restauración conservadora va ganando terreno en América Latina, promoviendo un  capitalismo más salvaje. En el caso de Bolsonaro puede generar una nueva forma de dictadura de las Fuerzas Armadas. Hay una apuesta al colonialismo, a la violencia, al desarraigo.

“Nos han vencido en la sociedad” dice Rita Segato. “¿Por qué? Porque confiamos demasiado en el Estado. Pusimos todas las fichas de nuestros proyectos en el campo estatal. Hemos dejado de lado que hay vida inteligente fuera del Estado, en la vida comunal”. Estas experiencias nos muestran el error de pensar que solo el Estado puede reorientar la sociedad, enfatiza. Demuestran que esa reorientación debe darse desde la misma sociedad.

Y reafirma su convicción de que “la única manera de cambiar la historia es desmontar el mandato de masculinidad” .  “Precisamos una política más involucrada en los procesos que en los productos. Preservadora de la vida aquí y ahora”, concluye[2].

En los Foros Especiales y los paneles fueron desarrolladas otras facetas de los feminismos, reivindicándose su diversidad, su pensamiento contextual y enraizado, que  resiste pero también apunta a construir otras hegemonías.

Por otro lado   la desigualdad creciente fue un tema muy presente en el Foro Mundial.  Winnie Byanyima de  Oxfam International (Inglaterra – Uganda) denunció que  47 personas tienen hoy la misma riqueza que la mitad de la población mundial, 3500 millones de personas. La tecnología está en manos de algunos monopolios sin regulación. No son fenómenos aislados, la desigualdad y el patriarcado. La relación entre democracia e igualdad es algo reciente, señala Oxfam. Los objetivos de los grupos excluidos de usar la democracia para promover mayor igualdad, se toparon con un sistema socio cultural que reproduce muchas desigualdades. Esta situación ha empeorado con los modelos neoliberales que incrementaron la desigualdad y la violencia, convirtiendo la igualdad en  una retórica. El neoliberalismo produce una biopolítica que desecha muchos cuerpos, sobre todo de las mujeres y los niños. Estamos en la era del “necroseno”, dice la representante de Oxfam,  la era de la destrucción y la muerte. Los feminicidios son parte integral de ese necroseno.

Desde nuestro punto de vista  la experiencia de las últimas décadas ha planteado como cuestión central  la radicalización de la democracia, los vínculos esenciales y a la vez complejos y en ocasiones contradictorios entre Estado y Movimientos Sociales. La democratización de la sociedad y del Estado durante los gobiernos progresistas y ahora resistiendo la ofensiva de la ultraderecha, es uno de los nudos críticos fundamentales de estos procesos históricos. En sus avances sustantivos y en sus déficits notorios. En la salud, la educación, las relaciones laborales, la vida comunitaria, en las relaciones familiares, la justicia y los medios, en la política y el Estado, entre otros campos. En ese anudamiento se condensan las luchas contra  la desigualdad, para superar la pobreza y  el autoritarismo estructurales de nuestro continente, incorporando asimismo las luchas contra las relaciones patriarcales, contra las opresiones de género y generaciones, de etnias y de clases. Y las esperanzas de construir una sociedad distinta.


[1]Licenciado en Ciencias de la Educación. Magister en Sociología.

[2]Para ampliar estos conceptos es interesante leer Segato, Rita (2018) Contra-Pedagogías de la Crueldad  Bs As. Argentina.Prometeo libros.

FEMINISMOS Y LUCHAS DEMOCRÁTICAS por Pablo Anzalone*

 

 

Las luchas por los derechos de las mujeres están hoy en el centro de la escena política. Por la gravedad de los hechos de violencia en su contra pero, sobre todo, porque dejaron de aceptarlos en silencio y levantaron su indignación. A raíz de esas movilizaciones de las mujeres, una parte mayor  de la sociedad comenzó a cuestionar-se ese status-quo de violencia y discriminación de género.

Este 8 de marzo la movilización nacional e internacional es un hito y puede llegar a ser el comienzo de una nueva etapa. El paro internacional de mujeres es una medida de movilización nueva que recoge una forma de lucha realizada por los trabajadores hace más de 130 años y la resignifica en múltiples formas de participación. Esta expresión de fuerzas recoloca la agenda feminista y en especial la violencia de género y el trabajo doméstico invisibilizado.

 Odios patriarcales y reaccionarios

Por otro lado, asistimos a furibundos  ataques de jerarquías evangélicas y católicas a lo que llaman la “ideología de género”. La vieja maquinaria de la reacción vuelve a apelar a los peores valores  para resistir  los planteos feministas. Las ofensivas de la derecha en América Latina y en el mundo están creando un escenario nuevo. El impeachment a Dilma Roussef  fue un ejemplo de virulencia de los valores reaccionarios, patriarcales y de odio hacia el progresismo y la izquierda . El reciente triunfo de Trump muestra la fuerza del discurso misógino, racista y xenófobo.

Los debates también llegan a los “progresismos”. Todavía se escuchan voces que critican a las organizaciones feministas, étnicas o de la diversidad sexual por priorizar las identidades particulares sobre las luchas generales de la sociedad. Evidencian así un desconocimiento de las corrientes predominantes en estos movimientos, pero también una visión muy limitada de la política.

Hay preguntas y debates pertinentes en este plano. ¿Cuáles han sido las formas de democratización de la política y la sociedad promovidas desde los movimientos feministas y de la diversidad sexual en este período en Uruguay? ¿En qué medida han logrado incidir en las políticas públicas, en la agenda de derechos, en el fortalecimiento de las organizaciones sociales, en la calidad de la  democracia? ¿Cuáles son los factores que pueden abrir nuevas posibilidades democratizadoras de transformación social  y cuáles pueden generar debilidades y retrocesos en el próximo período?

Los movimientos feministas han recorrido caminos heterogéneos, diversos y contradictorios en una realidad compleja de América Latina (García y Valdivieso 2005). Tanto el movimiento feminista como el de la Diversidad Sexual tuvieron debates importantes sobre la estrategia a seguir. Algunos de ellos acompañaron polémicas internacionales y otros a las luchas de una formación social como la uruguaya.

Identidades y derechos democráticos

Uno de estos debates es la forma como las reivindicaciones de género u orientación sexual pasan a ser banderas democráticas generales. Esa tensión entre la reafirmación de las identidades (y por lo tanto de las diferencias) y los derechos democráticos, patrimonio de todos, acompañó muchos momentos de esta larga lucha. Para muchos movimientos feministas la movilización por los derechos de las mujeres no puede concebirse aislada de las luchas contra las exclusiones y desigualdades de todo tipo y contra las lógicas autoritarias de la sociedad y el Estado.

La estrategia identitaria afirma Diego Sempol (2013) llevó en otros países a “esencializar las identidades” y despolitizar las diferencias al considerarlas naturales y no efectos de un discurso de poder determinado.

La inclusión de los feminismos y las identidades LGTB en una agenda más amplia que incorpora luchas étnicas, culturales y sociales tuvo consecuencias en el plano de las reivindicaciones, del discurso vertebrador y de la organización. Esta forma de evitar el aislamiento y ampliar la base de movilización social  permitió articular las agendas, priorizar temas en conjunto e ir creando un bloque social que está dando una batalla por la hegemonía ideológica.

Si bien los avances no se limitan a normas legales, basta ver el informe acerca de la aplicación en Uruguay de la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer en el período 2009-2016 para valorar la vitalidad de estas luchas:

  1. a) En 2008 se aprobó la ley 18.426 sobre derecho a la salud sexual y reproductiva que motivó el veto presidencial a la despenalización del aborto y recién fue reglamentada en 2010. La interrupción voluntaria del embarazo finalmente se aprobará por la ley 18.987 en 2012.
  2. b) En 2009 se aprobaron las leyes 18.620 sobre derecho a identidad de género, cambio de nombre y sexo en documentos, 18.561 de prevención del acoso sexual y 18.590 sobre adopción por parte de parejas del mismo sexo.
  3. c) En 2010 la ley 18.651 sobre protección integral a la discapacidad y en 2011 la ley 18.868 que prohibe la exigencia de test negativo de embarazo para relaciones laborales.
  4. d) En 2013 se votaron las leyes 19.122 contra la discriminación hacia afrodescendientes y por acciones positivas, la 161 sobre licencia maternal, paternal y lactancia.
  5. e) la ley 19.075 autorizando el matrimonio entre personas del mismo sexo o “matrimonio igualitario”.
  6. f) la ley 19.353 de creación del Sistema Nacional de Cuidados.

Casi siempre fue una conjunción de fuerzas sociales y sectores políticos quienes impulsaron estas leyes. Son avances significativos aunque su implementación efectiva sigue enfrentando grandes resistencias. En varios casos constituyen, todavía, respuestas insuficientes a problemas graves.

El cuestionamiento a una inequitativa distribución del trabajo doméstico y los cuidados comienza a ponerse sobre la mesa. El paro de mujeres lo hace.

El reclamo de paridad apunta contra el déficit de representación política de las mujeres que sigue siendo muy alto en nuestro país. Al mismo tiempo la campaña contra la violencia de género crece,   creando la posibilidad de un punto de inflexión donde las concepciones patriarcales y violentas pierdan terreno y su hegemonía sea puesta en cuestión.

También los varones deben ser parte de estas luchas. No solo acompañantes solidarios sino participantes. La concepción patriarcal de masculinidad que pone a los hombres en un rol dominante, que subordina y posterga a las mujeres, que estigmatiza las orientaciones no heterosexuales, también afecta en forma muy negativa la salud y la vida de los varones. Las cifras de muertes por suicidios, accidentes, homicidios y enfermedades crónicas son mucho mayores entre ellos y la asociación con el género es significativa.

 Debates ideológicos

A pesar de los avances de la última década, en nuestras sociedades siguen existiendo graves desigualdades por razones de género, generaciones, orientación sexual, territorio, raza y clase. Son los principales problemas del país y de la región.

La desideologización de la política ha crecido en el capitalismo tardío. La cooptación de la política por el Estado ha tenido consecuencias importantes. Minimiza el rol de las fuerzas sociales, deja de lado los elementos ideológicos que sustentan cada acción institucional o social, otorga más fuerza a las tendencias inerciales del sistema político y social, al carácter amortiguador de la sociedad   presentado como realismo político.

Los procesos históricos del movimiento feminista han dado como resultado,   “un amplio, heterogéneo, policéntrico, multifacético, y polifónico campo” que se extiende más allá de las organizaciones o grupos propios del movimiento”, señala Sonia Alvarez (1998).

Estos  movimientos han dado debates culturales que problematizan los significados establecidos por las relaciones de poder dominantes. También las banderas del ecologismo han sido tomadas por corrientes ecofeministas. Ambas corrientes proponen  una concepción del mundo menos jerarquizada, con profundos cambios en la cotidianeidad, sin el sentido de acumulación alienada de más objetos de consumo (Puleo 2011).

Por otro lado existen debates dentro del feminismo  sobre la convergencia entre el capitalismo neoliberal y algunas formas de feminismo liberal.  En relación con los cuatro cuestionamientos principales de la segunda ola feminista hay una “resignificación” dice Nancy Fraser. La crítica al economicismo que ocultaba otras formas de opresión derivó en un énfasis en la cultura y la identidad sin referencias anticapitalistas. El cuestionamiento al androcentrismo basado en una injusta división sexual del trabajo fue incorporado por el sistema capitalista y el trabajo remunerado de las mujeres contribuyó a una estructura de hogares con dos proveedores que no contradecía la flexibilización y abaratamiento de la mano de obra propios del neoliberalismo. Los argumentos feministas contra el estatismo fueron reinterpretados dentro de los cuestionamientos neoliberales contra el Estado y vinculados a la promoción de las ONG.  El internacionalismo propugnado por las feministas pudo ser asociado con las políticas de gobernanza planetaria de esta época del capitalismo.

Si miramos para América Latina estos procesos no fueron homogéneos y las corrientes liberales no hegemonizaron. Las movilizaciones de hoy lo demuestran.

Actores para el cambio

Es necesario un análisis crítico y autocrítico del accionar de tres actores en el siglo XXI: gobiernos, fuerzas políticas y movimientos sociales. El triunfo de la derecha en Argentina, Brasil y Venezuela es demasiado fuerte para minimizar los errores de la izquierda y los movimientos populares.

Si el modelo de “hacer política” piensa a la gente como espectadora, podrá ser crítica o conformista con relación al gobierno, pero no construirá relaciones de fuerza sólidas. Si esas batallas culturales  empiezan a perderse, vamos en camino hacia la derrota política.

 Las luchas contra las concepciones patriarcales, la violencia hacia niños y mujeres, la discriminación hacia orientaciones sexuales y etnias diferentes, la destrucción del medio ambiente, las políticas autoritarias sobre drogas y seguridad, son parte fundamental de las contradicciones actuales. Se articulan con la lucha de clases. Estas luchas se enlazan en una perspectiva de democratización  profunda de la sociedad y el Estado, que es un instrumento y un fin en sí mismo. Hace a la concepción de una sociedad diferente y a la vez es una respuesta a los problemas inmediatos de la población para ejercer sus derechos.

Esa participación es acción social y cultural sobre los problemas existentes, y un camino  donde los movimientos feministas son protagonistas.

-Alvarez, S. E.1998. Feminismos Latinoamericanos. Florianópolis, v. 6, n. 2, p. 265, jan. 1998. ISSN 0104-026X. Disponíble en: <https://periodicos.ufsc.br/index.php/ref/article/view/12008>.  
García,C.T. Y Valdivieso,M., 2005, Una aproximación al Movimiento de Mujeres en América Latina. De los grupos de autoconsciencia a las redes nacionales y trasnacionales. OSAL 41.Año VI N° 18 set-dic 2005.
Sempol, D. 2013. De los baños a las calles. Historia del movimiento lésbico,gay, trans uruguayo 1984-2013. Random House Mondadori. Ed.Sudamericana. Uruguay
-Puleo, A. 2011. Ecofeminismo para otro mundo posible. Editorial Cátedra. Colección Feminismos. Madrid

*Artículo publicado en DINAMO N.º 11.  9 de marzo de 2017

Disponible en http://www.ladiaria.com.uy